domingo, 29 de mayo de 2011

Yo no se que me han hecho tus ojos--Carlos Gardel--Vals (con letra)


Yo no sé que me han hecho tus ojos
Vals
Música: Francisco Canaro
Letra: Francisco Canaro
LETRA
 Yo no se si es cariño el que siento,
yo no se si será una pasión,
sólo se que al no verte, una pena
va rondando por mi corazón...
Yo no se que me han hecho tus ojos
que al mirarme me matan de amor,
yo no se que me han hecho tus labios
que al besar mis labios, se olvida el dolor.

Tus ojos para mi
son luces de ilusión,
que alumbra la pasión
que albergo para ti.
Tus ojos son destellos
que van reflejando
ternura y amor.
Tus ojos son divinos
y me tienen preso
en su alrededor.
Tus ojos para mí
son el reflejo fiel
de un alma que al querer
querrá con frenesí.
Tus ojos para mí serán
la luz de mi camino
que con fe me guiarán
por un sendero
de esperanzas y esplendor
porque sus ojos son, mi amor!

Yo no se cuántas noches de insomnio
en tus ojos pensando pasé;
pero se que al dormirme una noche
con tus ojos pensando soñé...
Yo no se que me han hecho tus ojos
que me embrujan con su resplandor,
sólo se que yo llevo en el alma
tu imagen marcada con el fuego de amor.


En la mitad de los años 30 Francisco Canaro componía uno de los temas más exitosos de la historia del tango: Yo no sé que me han hecho tus ojos. Un vals dedicado a la entonces considerada, por lo menos durante dos décadas, la emperatriz del tango, la mítica Ada Falcón. Los dos vivieron una atormentada historia de amor de la cual la Falcón nunca logró salir, así como nos cuenta este documental de 2003 titulado precisamente “Yo no sé que me han hecho tus ojos”, firmado por Sergio Wolf y Lorena Muñoz. Ada Falcón era una mujer que en los años 30 lo tenía prácticamente todo: emancipación, inteligencia, dinero, coches de lujo, amantes (¡fíjense era una época en la cual la mujer ni siquiera tenía derecho de voto en Argentina!). Bueno, en la cima de su carrera, Ada quiso abandonar todo. Decepcionada por su fracaso amoroso con Canaro, en 1942, decidió dejar de cantar e irse a la sierra, en un asilo de monjas. Ahí pasó toda su vida, hasta los 97 años. Cuando un día, después de 60 años de soledad, una cámara entró en este asilo de la provincia de Córdoba, en Argentina. Fue así que volvió a aparecer, con grandísima dignidad, delante de un mundo que ya había cambiado. Ya no era el mismo que ella conocía, claro. De todas formas se trataba de un mundo que, a pesar de los años pasados, nunca le había olvidado.
Fuente: El Cafe del Sur

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